Seguidores
miércoles, 30 de julio de 2025
La falsa moneda
martes, 29 de julio de 2025
El libro parasitario o mudable
De un libro que vuelves a leer al cabo de unos, pongamos 40 años, de esos que no son los de cabecera, no recuerdas nada sino una o dos anécdotas, que no encuentras por ninguna parte por más que repasas cada párrafo. Los personajes son otros, con diferentes nombres, y hay nuevas situaciones. No comprendes nada, pero recuerdas que te gustó cuando lo leíste por primera vez, ahora no tanto o más, se dan los dos casos. Es la sensación, a la que te lees dos páginas, de que partes de cero. Sospechas que te equivocas de libro, pero redundas en su lectura por si lo rescatas del olvido. Es un desengaño agridulce terminar con la sensación de que el primero fue más bien soñado u otro. Soy de la opinión de que en ocasiones se cuelan en los estantes libros espurios, que tienen la habilidad de mutar o adaptase. No dejan de ser un tipo singular de parásito que anida en las bibliotecas, que muda de piel como hacen algunos reptiles, o cambian de pelaje como algunas aves o de exoesqueleto, si son insectos. Es una especie habilidosa que engaña al lector, o lo despista. Este último que he terminado ha de ser de esos. Desde este momento voy a vigilarlo meticulosamente, y a abrir periódicamente sus páginas sin avisar. Creo que así se moderará en sus transformaciones, pero también pienso que entonces perderé la oportunidad de que me cuente otras historias. Tal vez deba dejarle hacer, no deja de ser un chollo.
lunes, 28 de julio de 2025
El lagarto de Jaén, u otro
Un día me crucé con un lagarto, que de Jaén era, porque fue bajando por el paseo de España al polígono de los Olivares, a la altura de la ronda de los Marroquíes; pero no sé si el famoso u otro. Creo que lo segundo. Me salió así, por sorpresa, y me miró muy serio y luego, sin despedirse, se arremetió por un cañizo que hay a la altura de la rotonda de la pajarita, y se perdió en el follaje haciendo mucho ruido. Quise hacerle una foto con el móvil, pero me faltaban manos, porque el perro quería pillarlo y tiraba muy fuerte de la correa, y tuve que sujetarlo. He pasado más veces por el mismo sitio con la esperanza de verlo de nuevo, pero en vano. Era grande como un caniche, pero sin pelo, tirando a calvo, de color tierra y escamoso. Fue una experiencia chula, a lo parque jurásico, pero nivel Jaén.
domingo, 27 de julio de 2025
Baroja era inclusivo
El lenguaje inclusivo, imagino que sin intención, ya lo utilizaba Baroja, porque en su novela Laura, de 1940, ya habla de estudiantes y estudiantas, refiriéndose a los de medicina; y no es que sea adaptación moderna, de esas que ahora retocan sin pedir permiso al autor, porque esta edición que tengo es de 1981. La releo ahora, unos 44 años después, porque tengo la, quizás, falsa creencia de que en las relecturas, entre las páginas que una vez pasé, encuentre momentos olvidados de mi vida. A veces funciona. Precisamente pregunté a mi madre por el significado de "zalamera", cuando por primera vez leí este libro, porque me encontré la palabra en uno de sus párrafos. Y confío tropezar con otros detalles que me den noticia de aquellos días, para comprobar que siguen ahí, en alguna neurona adormilada y no perdidos para siempre.
Las casas viejas
Parecían estar más allá de este planeta, porque lejos está todo cuando se tienen cuatro o cinco años, pero, en realidad, “las casas viejas” se ubicaban en la calle de al lado, no había más que subir una cuesta para meterse en ellas. Era un conjunto de viviendas adosadas sin terminar, una obra abandonada a las afueras del pueblo, que nos resultaban ruinas de templo maldito o algo por el estilo porque allí dentro, entre paredes desnudas de ladrillos y llenas de mensajes obscenos, crecían matas espinosas y yerbajos, y convivían numerosos insectos y lagartijas, probablemente ratas. Eran espacios ideales para investigar, ir de caza o llevarse el recuerdo de una avispa, en ocasiones un sarpullido. Los mayores se escondían a fumar y te ordenaban no contarlo. También eran sitio para jugar a las madres, pero eso era propio de las niñas. Como eran cinco o seis edificaciones, podíamos repartirnos a nuestro gusto por cada una de ellas y hacer nuestros juegos sin meternos en el del vecino. Sólo había una ocupada, la más retirada, lindando con la carretera general, por unos gitanos a los que se veía muy de tarde en tarde, pero que nos ignoraban como nosotros a ellos, no tanto sus perros o el burro que tenían. Poco recuerdo tengo de aquellas exploraciones sino la de que cuando era época crecían setas y los niños se las comían como galletas, o cuando la peligrosa oruga procesionaria hacía fila y alguno tuvo la feliz ocurrencia de tocarlas. Era un sitio chulo.
jueves, 24 de julio de 2025
Paisaje marciano
El atardecer colorea la Bética de matices marcianos. Ese paisaje rojizo invita a tomar un Rover y recorrerlo. A simple vista no aprecio pirámides con rostro humano, aunque insisto en su búsqueda. El tiempo apremia y cuando el Sol se oculta definitivamente, el rojo se convierte en púrpura y este en azul opaco. Y es ahí cuando descubres lo poco que importan aquellas, sino que la magia estaba en la luz.
El logo de la biblio
Se van a gastar 10.694 euros en cambiar el logotipo de la Biblioteca Nacional. Y para que no nos quejemos de en qué se gastan el dinero público nos han salido con que le van a quitar la corona, de cuya existencia, personalmente, acabo de enterarme. Movido por la curiosidad me he ido a ver el logo actual y sí, bueno, echándole imaginación, y si te apuntan, deduces que lo que te parecía un sillón orejero es una coronita sobre un cabezón. Debe haber menguado en alguno de los últimos lavados de cara de la institución. Pues vale, pues muy bien, son tiempos de crecimiento económico y estamos para tirar la casa por la ventana. Los diseñadores gráficos también tienen derecho a vivir de su trabajo, porque tampoco es cuestión de que todo lo haga la IA. Pero ya puestos a ser tan democráticos, ¿por qué no han dado la ocasión al pueblo para que se exprese?, con un concurso popular, por ejemplo, en escuelas y geriátricos. De este modo se podría dar un premio a una niña o una anciana, por su originalidad y capacidad de resumir a las generaciones venideras en una imagen el bonito significado de la Biblioteca, y no digo Nacional porque suena facha. Saldría mucho más barato y movilizaría a la población para acercarse a la misma. Pero es soñar por soñar, lo único que nos saldrá gratis.
lunes, 21 de julio de 2025
La ultima de Superman contra Barbie
Lo que más me ha gustado de Supermán ha sido la máscara del negro. El resto me ha parecido un batiburrillo, ahora lo llaman homenaje, de detalles anecdóticos y gadget de otras pelis. No sabía si estaba con Barbie, Spiderman, Alita o los Increibles. Al final renuncié a racionalizar todo aquello y me dio un ataque de risa ante tanta tontería junta. Creo que me tomaron por loco en la sala. En la misma en la que todo el mundo tenía las piernas por alto y un menú completo con doble de palomitas azucaradas sobre la bandeja. Llegué a la conclusión de que era una verdadera pena no estar viendo la peli en un cine de verano, de los de antes, de aquellos en los que la gente acudía huyendo del calor a ver lo que fuese y con ganas de hacer chistes fáciles a costa de los guionistas. Creo que estaría a la altura de títulos como 3 Supermanes en Tokio, El Zorro contra los 3 mosqueteros o Drácula contra Frankenstein, por mencionar alguna. El cine popular nunca muere. Ahora toca la de los Fantásticos.
domingo, 20 de julio de 2025
La carpintería de Andrés
En la esquina de la calle donde vivía mi abuela, allí en Úbeda, pared junto al pilar donde las bestias y los racionales bebíamos agua, tenía la carpintería Andrés, que era un anciano que sobrevivía como su oficio, muriendo poco a poco. Tenía el taller a la entrada y el suelo, que era un firme irregular de cantos rodados muy apretados unos con otros, estaba lleno de virutas como serpentinas. En las paredes se apoyaban tableros, tablones, listones y un calendario amarillento. Sobre la mesa de trabajo se repartían los útiles, entre los que destacaba un cepillo de hoja afilada, que invitaba a despertar de su sueño. En una esquina había una escoba y un recogedor. El cuarto se iluminaba con una bombilla muy sucia y desnuda, que pendía de un mugriento cable. A mí me gustaba visitar a Andrés porque siempre me hacía algún juguete, que solía ser una espada, aunque yo le pidiese un coche de carreras u otros disparates por el estilo. Todavía vivía gente que había hecho la guerra en África. Entonces los niños luchábamos con moros imaginarios y una espada, aunque de madera, era un arma muy útil para defenderse del asalto de Alí Kan. Mi abuela me insistía en que le dijese que no le hiciese punta, y si no seguía sus indicaciones ya se encargaba ella de capar la tizona. Una vez, envalentonada, se animó a hace una, con mucha voluntad, pero muy mal clavada la cruz del mango, porque no supo hacerle el bocado previo para que ambas piezas casasen, pero así evitó que volviésemos armados y nos diésemos una estocada traicionera. Para mi abuela todas las armas las cargaba el diablo, eso no era óbice para que alguna que otra vez usase un tirachinas. No tuve mucho tiempo para hacer más amistad con Andrés, porque murió a los pocos años. Era un tipo paciente y bondadoso, con todo el tiempo que daba entonces la vida, que no entendía de horarios.
sábado, 19 de julio de 2025
Del concierto del Chiquetete aquel, en Jódar
El Vico era un amigo segurata que había hecho la mili en Barcelona, en caballería creo recordar, aunque era de Linares, y contaba que le dieron muchos permisos y estuvo trabajando para el mejor escultor de la capital condal, que lo contrató como modelo, y cuyo nombre no recuerdo por más que he querido indagar, que lo mismo no ha sido suficiente. Pese a todo no pierdo la esperanza de encontrar algún retrato suyo en algún monumento catalán. Tocaba el acordeón de oído y cuando viajaba en el tren de Linares a Barcelona ligaba con extranjeras, y lo hacía bien. Vico, como se puede comprobar, tenía una buena colección de anécdotas que contar y no faltaron pocas ocasiones para oírlas, tuve esa suerte. Era muy buena gente y alguna vez se rieron de él los compañeros, y eso le dolió bastante. Ya lo contaré otro día. Ahora toca lo del concierto de Chiquetete en Jódar, ese municipio de Jaén semillero del comunismo más ortodoxo en la década de los 90, donde los vecinos daban el voto a Batasuna en las generales. El retrato de Stalin presidía en salón de plenos del ayuntamiento, con el de Lenin y el Che Guevara. Los escolares confundían a la dama de Elche con la esposa del revolucionario. Eso no impedía que un pueblo tan progresista disfrutase de la música más popular, de profunda raigambre andaluza, pero no exenta de novedades, como era entonces la de Chiquetete. Se organizó el concierto del que hablo y al Vico lo enviaron con otro compañero a ocuparse de la seguridad, el presupuesto no debía ser muy alto. Allí acudió la flor y nata de los amantes del cante y sus versiones melódicas, dando palmas y taconeando, gente con mucha melena y trajes de corte que venía de los alrededores a disfrutar del celebrado artista. Entonces los de Jódar tenían fama de ser muy rurales, poco protocolarios y viscerales, directos, muy brutos, en pocas palabras. El caso es que en la puerta del recinto donde fuera a darse el concierto, se sumaban y sumaban admiradores, con o sin entrada, y estos últimos, con el argumento de que Chiquetete era para ellos como su padre o el mismísimo hijo de la Virgen María, exigían un pase, un rincón para ver y oírlo. Algunos ya trepaban los muros y Vico y su compi corrían de un lado a otro para impedirlo. Otros, menos arriesgados, esperaban a que se abriesen las puertas y, para no aburrirse, levantaban los adoquines de la acera y hacían castillos. El concierto se retrasaba y empezaba a cundir el nerviosismo. La noche avanzaba y aunque se veían las estrellas amenazaba tormenta. Se asomó el Vico a preguntar qué era lo que pasaba, para poder dar razón a los seguidores que se agolpaban en la puerta y expresaban con malas formas su quita. Allí en el improvisado camerino estaba el Chiquetete sentado a una mesa bien rodeado de sustancias tonificantes porque, según sus propias palabras, no podía, no podía. Y mientras, el público se impacientaba. Aquello no parecía tener más solución que anunciar la suspensión del concierto y le dejaron la papeleta a los seguratas, que estaban en la puerta principal. Por otra más discreta saldrían los músicos y su líder. No voy a contar el canguelo que le entró al Vico sabedor de la responsabilidad que le habían adjudicado, parece que lo veo sudar y palidecer como cuando lo contaba. Al otro lado de la puerta se oían golpes y gritos de amenaza. En un momento dado, inesperadamente, se fueron las luces y la calle quedó a oscuras, y se organizó un gran escándalo. Como la ocasión pintaba calva, el Vico y el colega no se lo pensaron dos veces, hicieron mutis por el foro y se escaparon entre el gentío. Con la habilidad de una rata llegaron hasta el coche, que habían aparcado al final de la misma calle. Pero cuando fueron a arrancar volvió la luz y rápidamente fueron identificados por los congregados.
- ¡Los seguratas, que se escapan los seguratas! – y la muchedumbre se abalanzó sobre ellos dispuesta a cobrarse las entradas.
En ese instante ya solo pensaron en salvar el pellejo y de un acelerón salieron disparados de un linchamiento seguro, llevándose por delante a más de un jodeño.
viernes, 18 de julio de 2025
Méntrida se hizo humo
Ahora que arde Méntrida recuerdo sus tardes de verano, tardes de siesta que dormían los mayores, arropados por un manto de calor, que detenía el tiempo. La tele también reposaba su blanco y negro. Las chicharras cantaban sin cesar y convertían su música en silencio. Tenía dos horas de digestión por delante antes de sumergirme en la piscina, para ir por un botijo de agua a la fuente, para meter saltamontes en un hormiguero, montar en bicicleta bajo los álamos oscuros, recorrer el cauce del río, visitar las viejas bodegas, y para leer las aventuras de los cinco y unirme a ellos. Aquella Méntrida era otra, pero también humo ahora.
jueves, 17 de julio de 2025
Los dientes de Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez tuvo que salir de España cuando empezó la guerra porque fue denunciado por el diario Claridad, un periódico socialista que tuvo en el punto de mira a los intelectuales que consideraba tibios con la causa republicana, según la entendían ellos, que no era la burguesa. Le ayudaron a agilizar el papeleo para el pasaporte Rivas Cherif y Manuel Azaña, republicanos liberales, cuando todavía podían nadar y guardar la ropa. A este dato hay que añadir además su detención previa por una checa anarquista, dispuesta a darle el paseíllo, pero que se libró porque sus dientes eran blancos y los milicianos buscaban a uno con dientes de oro, pero de nombre semejante.
miércoles, 16 de julio de 2025
El humor de Vicente el de Totem
De todos los que como dependientes pasaron por la tienda de El Gordo, aquella de la Corredera, el santuario comiquero de los 80, hablamos de Córdoba, recuerdo con cierta simpatía a Vicente, que no era el Galadí en Off, sino otro. Cada uno de aquellos merece un capítulo, pero hoy nos detendremos en el mentado, del que no puedo decir que recuerde mucho sino algunas anécdotas. Vicente no era un tipo muy alto ni muy atractivo, al contrario que su novia, pero tenía un aire francés que lo hacía muy interesante, o eso me lo parecía a mí. Creo que hubiese hecho un buen papel en alguna que otra película cómica como doble de Christian Clavier. Cualquiera que acudiese a la tienda sabía, al verlo allí, que iba a pasar un rato de lo más divertido, porque era un tío con gracia y sobre todo con un buen repertorio de chistes, de la Córdoba más popular e indómita, surrealista y pinturera. Por desgracia no recuerdo la inmensa mayoría de aquellos, que me desarmaron en su momento, pero sí uno que tuve ocasión de oír en el Plateros de la calle María Auxiliadora, una tarde-noche que nos juntamos unos cuantos a hablar de cómics y de las jornadas del cómic, sedientos de birras y tintos. Se contaron muchos, pero el que sigue es que me impactó profundamente, y todavía saboreo en ocasiones, porque es difícil de olvidar y conviene repartir para salir de su maligno encantamiento.
La situación era la que sigue, unos amigos estaban en un bar pimpando y uno dice que va al servicio a orinar. Pasan los minutos y no regresa. La espera se eterniza y los compañeros, preocupados, deciden ir a buscarlo. Llaman a la puerta del servicio y el otro responde que ya sale, y lo hace cubierto de mierda. (En estas que conviene informar que el váter no era de taza sino turco, de orificio de drenaje).
- ¿Qué te ha pasado?
- Nada, que estaba orinando y se me ha caído la dentadura al agujero. Y he estado buscándola.
- Pero, hombre, si te has puesto de mierda hasta la boca.
- Calla, calla. Si es que he sacado tres y ninguna es la mía.
martes, 15 de julio de 2025
El Lorca más criminal
domingo, 13 de julio de 2025
De cuando los ingleses acamparon en El Escorial
No pudo Felipe II hacerse con las islas británicas enviando la Invencible y, sin embargo, el ejército inglés acampó en los alrededores de El Escorial siglos después. El suceso acaeció en noviembre de1808, cuando el pueblo español se alzaba contra el invasor francés y recibió la inestimable ayuda del rey de los hijos de la pérfida Albión. Estos, comandados por Wellington, habían vencido a Junot en Portugal. El dato lo aporta Alcalá Galiano en sus memorias, reflexionando sobre las incongruencias de la historia. Entre otras, ver cómo los enemigos se convierten en aliados según las circunstancias.
jueves, 10 de julio de 2025
Centauro de papel
Mi tío Antonio no era un hombre ilustrado, pero le gustaba leer novelas del oeste. Sabiéndolo, yo le animaba a conocer los cómics del Teniente Blueberry, pero no le convencían, porque no salían mujeres, o no como él las esperaba. En cierta ocasión, rompiendo su regla, leyó La niña de Luzmela, de Concha Espina, que no tiene nada que ver con pistoleros ni es un tebeo, sino una novela algo perturbadora, y nos anunció que le había gustado mucho. Era una edición de Austral que todavía anda por casa. Años más tarde, cuando ya había fallecido, me lo leí yo también, por ver si entre sus páginas me reencontraba con él, pero sin mucho éxito. Tal vez porque no lo leímos juntos en su momento. Sin embargo, con él tropiezo en otras páginas, de otro libro. Un día que repasábamos a una la Historia del Arte de Salvat, el tomo II, el de los griegos y romanos, porque entones había tiempo para repasar enciclopedias, la foto de un centauro despertó su atención y rugió de asombro con un exabrupto. Y a colación se remitió al relieve que adorna la fachada del Salvador de Úbeda, y mencionó una finca que llamaban del caballo, por ser lugar en el que se había criado. Tardé un rato en reponerme de la impresión que me produjo su salida. Y animado le pregunté que si existieron alguna vez aquellas criaturas y él me dijo que a lo mejor en el pasado existió algún “fenómeno” como aquel. Aquella palabra resonó como a nueva en mi cabeza y desde entonces, cuando evoco a mi tío revivo el instante en el que admiramos al fenómeno y temo que quedó atrapado en aquella imagen, él, que siempre soñó con el oeste americano, convertido ahora en un centauro.
miércoles, 9 de julio de 2025
Las cuentas no salen, o igual no hay que esperarlo
0,01 euro es el beneficio obtenido el último mes por mi última novela, vía Amazón. Por la anterior ni eso. He de confesar que en una ocasión fueron 0,2. Lo habitual es que los meses se pasen en blanco. Un día, por curiosidad, tengo que entretenerme en averiguar en qué lugar del ranking de los más leído me encuentro, pero igual no soy ni el primero de los últimos. Podría llorar y patalear, sentirme un incomprendido, refugiarme en la bebida o emular a Larra, pero ya estoy escribiendo otra, lo mio es una enfermedad, un vicio solitario. A esto no se le puede llamar trabajo porque no es negocio. Por otra parte, lo del arte por el arte y esas zarandajas también son majaderías, creamos porque es el signo del Homo Sapiens, no es ningún don, sino que forma parte de nuestro ADN. Hay que reírse de todos esos sofismas y estampas literarias que han inventado los mercaderes del templo. Lo incontestable es que nos arrastra el río de la vida, o riada, a una velocidad vertiginosa, y que, al fin y al cabo, iguala a todos en naufragios. Lo malo es que no sabemos si al final del camino encontraremos vivos a nuestros cerdos, que es lo que verdaderamente preocupaba a Ulises, léase la Odisea.
martes, 8 de julio de 2025
La chicazo
No recuerdo su nombre, pero era una chica nueva que entró en el cole cuando ya había empezado el curso. Era un primero de EGB. Como tenía el pelo corto, que no era lo habitual en una niña, la empezamos a llamar la “chicazo”. El primer día se lo dijo todo el mundo y la pobre entró en clase corriendo, agachó la cabeza y se escondió como pudo. Pero lo cierto es que antes de que terminase la semana ya nadie la llamaba así. Yo creo que como era distinta me llamó la atención y un día decidí sentarme a su lado. Entonces, para estar en clase, nos poníamos un baby blanco con cuadraditos azules. Esto del Baby viene a cuento porque tuvo su importancia. No tardamos en entablar conversación, pues era muy parlanchina, y contarnos cosas. Yo creo que fue el mismo día que la maestra me pidió el cuaderno de matemáticas y me arreó un tortazo por meter cuatro triángulos en un conjunto que tenía que ser de cinco. Fue debido a estar muy despistado. La chicazo me había enseñado un lunar muy grande que escondía en un brazo, remangándose el baby y ocultándolo muy deprisa, que fue visto y no visto, mientras se echaba a reír, por hacerme partícipe de un secreto tan grande; y yo también me carcajeé, sin comprender muy bien por qué, supongo que para no quedar mal. Fue una sensación entre terrorífica y misteriosa. No mucho después la chicazo dejó de venir a clase, se fue como vino. Pero no he podido olvidarla.
Monumentos y Memoria
Los monumentos a la Memoria Histórica poseen cierto sabor a aprobado general. Una serie de nombres se suceden al amparo de una lápida que los reconoce como los que dieron la vida por defender la libertad y la democracia. Poco importa el modo, si fue de forma pacífica o violenta, si obraron conforme a la ley o cometieron delitos de guerra, si fueron conscientes de sus actos o llevados por las circunstancias. En esta beatificación masiva no hay distingo entre los que lucharon por el comunismo libertario, el estalinismo, el independentismo o el republicanismo liberal, (masonería). A la conclusión que conduce su lectura es que todas aquellas personas pelearon por lo mismo, que iban a una. No existía conflicto, por tanto y por ejemplo, en el asunto de la propiedad, si era más adecuada la privada o la estatal, o más conveniente que no existiese. Descansan, en fin, en un limbo idealizado donde no hay espacio para revoluciones ni revolucionarios. Simplemente fueron los buenos.
domingo, 6 de julio de 2025
El arte del camuflaje
Mi padre siempre supo adaptarse a las circunstancias, las veces que acudía a casa alguna que otra visita no necesariamente inesperada, pero sí de gente que nos tocaba de lejos. Así, por ejemplo, si acudía alguien fachurro y mi padre tenía a mano El País, que era el que compraba habitualmente, salía, sin venir a cuento, con aquello de que siempre compraba el Alcázar pero que si no lo tenían en el quiosco terminaba haciéndose con el Ya, el ABC y, cuando no le quedaba más remedio, recalcaba, con el que casualmente estaba allí delante; y de este modo, con esa expresión de mentiroso que ponía, salía librado del lance. O como en aquella otra en la que vino a casa uno del PCE y mi padre montó un escudo con una hoz de mi abuelo y un martillo de bola, y se lo llevó hasta el dormitorio como para enseñarle la casa, donde el Cristo había desaparecido misteriosamente. Pero la mejor fue aquella en la que estaba viendo a la Cantudo en pelota sobre un caballo blanco, que salía en el Interviú, que lo sé porque yo estaba parapetado tras sus hombros, memorizando aquella imagen, y mi madre le llamó la atención; y en un hábil gesto cambió de página como un mago y se la enseñó para acallar sospechas, que resultó ser un artículo del Umbral. Ahora se hace lo mismo, pero minimizando la pantalla. Si lo sabré yo, que además escribo.
miércoles, 2 de julio de 2025
Adolfo Usero, recuerdos celestes
Se ha muerto Adolfo Usero que era un dibujante de los que no se olvidan, aunque siempre se situó en segundo término, acompañando a otros. Formó parte de esa extraordinaria galería de artistas, novedosos entonces, que ilustró nuestra imaginación allá por los setenta, y después. Para mi recuerdo queda aquel Roldán sin miedo, con guion de Víctor Mora, cuya anunciada reedición no se materializó. Tuve ocasión de charlar con él sobre ese tema en 2007, en Granada, con motivo de un salón del Humor que organizó el voluntarioso Martín Favelis y atrajo a varias figuras del mundillo del comic. Fue una conversación singular, sobre ojos azules, ni sobre el Domingo Rojo ni sobre Maese espada, sino por el detalle de que algunos andaluces tuviésemos los ojos de aquel color. Y se refería al amigo Miguel Ángel Alejo y a mi persona, que estábamos con él. Supongo que tenía la equivocada idea de que en el sur todos somos morenos, o vete a saber si era por otra cuestión, porque hay que fijarse mucho para darse cuenta del detalle. El caso es que yo aproveché, por deformación profesional, para hablarle de la migración de colonos alemanes a Andalucía en tiempos del rey Carlos III, y el caso de Sierra Morena, y que quizás tanto Alejo como yo tuviésemos sangre de alguno de aquellos, que bien podría ser fantasía mía, por no retrotraerme a los vikingos que fueron guardia de los califas de Córdoba y alguna más de esas. Y supongo que hablamos de otra película que el tiempo o la visión de la Alhambra, porque la teníamos en frente, al otro lado del Darro, borró de mi pensamiento.