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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Un viejo profesor de dibujo, comunista

Tuve un viejo profesor, allá cuando estudiaba 1º de bachillerato que se definía como comunista, y no era un tipo al uso. Era un señor de traje y corbata, silencioso y que en ocasiones perdía los nervios y nos mandaba callar. Entonces nos llamaba anarquistas, que sonaba muy feo, y poco más. Yo lo engañaba con mis comics y, aunque malos, debieron de gustarle porque al final me puso matrícula, que se ve que por aquel entonces podía hacerse incluso en primero. También nos confesó una tarde que se había dedicado parte de su vida al dibujo animado. De este dibujante no recuerdo el nombre, es posible que aparezca su firma en mi librito de calificaciones, ese que me abrieron en el Poetas, de Madrid. En aquel claustro del 80 había gente de todas las ideologías, pero mucha que se definía de izquierdas y militaba en algún sindicato, e incluso en partidos de orientación comunista, más allá del PCE, resultaba inimaginable hacer lo contrario. El profesor de dibujo no se parecía a ninguno de estos últimos ni el el vestir. Fue entonces cuando empecé a comprender que se trataba de una especie de dinosaurio en extinción, un tipo sacado de una novela decimonónica de corte socialista, un comunista del otro lado del muro, uno de los últimos representantes de una izquierda racional trasnochada. Creo que no tardó muchos años en jubilarse, quizás ese mismo curso. Por su culpa me decidí a estudiar diseño. Pero por otras circunstancias no pude hacerlo, el destino me tenía reservado perderme por los laberintos de Córdoba. Sin embargo, aún recuerdo sus correcciones.


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