"(...) En un ensayo de crítica de masas, sin duda imitado de Rusia, que se hizo en el Ateneo de Madrid, me invitaron para inaugurar la serie, explicando y defendiendo una novela mía. Esta novela se llamaba Los Visionarios. La impugnaría un joven Fernández Arnesto desde el punto de vista marxista y yo la defendería a mi modo. Al ir al Ateneo me encontré con que aquello parecía una encerrona, que el público era solo de comunistas y muy hostil. A la primera ocasión, aquella gente se lanzó sobre mi con violencia diciendo que era un burgués y que escribía para burgueses. Yo repliqué con la misma violencia y con acritud mezclada con sorna, y entonces uno de los capitanes de la tropa marxista, entonces corredor de pruebas, Pumarega, dijo que había que reconocer que yo vivía de mi trabajo como un pobre cualquiera, pero que había otros que estaban en el salón que gozaban del favor oficial. - ¡Unamuno! - gritó uno, y todos le miraron de una manera hostil, desvergonzada, sañuda, y él quedó rojo de cólera. Seguramente ello contribuyó a su antipatía por los comunistas, que se mostraron brutales y estúpidos con él y con los demás escritores."
Siluetas de escritores y de políticos: Unamuno. Pio Baroja, 1940.
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