De cada época, gracias a los prólogos de obras clásicas, podemos averiguar sus sandeces. Ese derroche vano de tinta y papel puede ser interesante para los investigadores del futuro, que les permitirá conocer la sociedad que acogió la obra pretérita, sus prejuicios al respecto. Para los interesados en el clásico, que nos importa un bledo la opinión o justificación del presentador u ora, lo ideal es la obra en sí misma, porque los prólogos, como las ideas, son volátiles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario