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sábado, 26 de abril de 2025

La blanca era como un anillo

La blanca era el preciado pasaporte que todo recluta ansiaba para no tener que volver al cuartel, pero no te la devolvían hasta pasado un año. Ese día era como hacer la comunión o algo por el estilo porque al fin formabas parte de la sociedad y podías andar sin marcar el paso, que era pisar con la izquierda, pero sin oír la voz de orden. Algunos se asomaban donde se tallaban los quintos para darles con ella en las narices y decirles con satisfacción aquello de "la pelas de gordo, que yo ya la he pelao". Ahora, los que pelamos la mili, corremos a buscarla entre los papelotes del pasado por si suma algo a la inexorable jubilación que, con esperanza, se otea en el horizonte. No falta el chistoso que te dice que te podrías reenganchar. No le lanzas un escupitajo verde a un ojo porque ya eres una persona civilizada, pero saboreas con gusto el detalle de que lo mismo la blanca te cuenta algo, que el bocas no va a pillar.


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