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domingo, 3 de marzo de 2024

Soñando en un cuadro

He soñado despierto, no una sino mil veces, perderme en un cuadro. Es una sensación placentera que dura lo que un suspiro, porque cuando siento que caigo al abismo me sujeto y pregunto a dónde voy. Puedo jurar que es un instante lo que estoy dentro, pero lo suficiente para sentir que lo he andado despacio para observarlo con detenimiento, especialmente los detalles que hay detrás de cada figura, geométrica o natural, que no son sino de tizne.

Recuerdo el dato de la existencia de un hechizo de bruja que atrapaba niños en cuadros, niños malos que en realidad eran traviesos, y allí se hacían hombres y viejos, sin solución a su condena. Estoy convencido de que alguna de aquellas me la tiene jugada y más de una vez ha intentado fijarme en los límites de un marco. Pero debe ser una bruja sin mucha magia o muy torpe. Yo dejo que lo intente, me gusta curiosear en el interior de cualquier estampa, por carcomida que esté. Estoy esperando a que dé con el cuadro adecuado para dejarme caer, simulando que no puedo evitarlo, y quedarme dentro. Un día le daré una alegría, se imaginará que por fin me ha capturado, aunque, en realidad, estaré andando al fin por donde me plazca.



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