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lunes, 4 de marzo de 2024

Camino entre las letras

No acostumbro a leer recomendaciones. Por mucho que me las publiciten o vendan. - Ésta te va a gustar - me dicen. No suele gustarme. Y su lectura se convierte en un suplicio que evito con prontitud, devolviendo el libro con alguna excusa o simulando que lo he leído sin consultar más que el índice o la contraportada. Soy de la opinión de que la lectura es un vicio solitario y un camino que ha de transitar uno solo, como hace el descubridor de la ciudad perdida en la selva o el náufrago que ve a lo lejos el continente que confunde con otro. Detenerse a escuchar pregones es perder el tiempo, te conducen por sendas equivocadas. Por eso tampoco recomiendo libros, que cada cual encuentre lo que busca, si tiene suerte, pero sin lazarillo. Y si no, que se pierda; perderse tiene su atractivo. Yo llevo perdido toda una vida y no quiero preguntar al que encuentro en la carretera, porque sé de buena tinta que me va a indicar la dirección menos conveniente, que es donde termina todo el mundo. Está vida se hace al andar, dijo el poeta. Y atrás dejas escrito, en cada revuelta, el mensaje de tu desconcierto, con la vaga ilusión de que no lo borrará el viento.



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