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viernes, 1 de marzo de 2024

Hay que tenerlo en Cuenca

Por una reciente visita a Cuenca, y mediante la oportuna intervención de una guía que pille al vuelo en un recodo, confundiéndome con uno del rebaño, me he enterado de que las casas colgantes de la mencionada ciudad no son colgantes sino colgadas. Que los conquenses se irritan y mucho si uno les pregunta por las colgantes y no por las colgadas. A mi me gusta escuchar con atención a los guías que guían turistas, sean de la ciudad que sean, porque cuentan cosas pintureras que ni los naturales conocen. Yo no creo que a estas alturas los conquenses se alteren por que les preguntes por las colgantes y no por las colgadas, no debe ser la primera vez ni la última que les interroguen en estos términos, ya tienen que estar más que aburridos y vacunados. Claro que siempre puedes encontrar a un puntilloso o a alguien con ganas de charlar o sacarte unos euros. De todas maneras, si nos ponemos en plan técnico, ni colgantes, ni colgadas, ni siquiera en suspensión porque en realidad los cimientos de estas casas son sólidos y están firmemente afianzados sobre la roca de la peña en la que la ciudad se asienta. Otra cosa es que las viguetas de madera, en ocasiones, asomen al abismo por la parte en la que no pueden hacerlo a la calle, y sobre aquellas se levanten balcones o pisos, porque así se elevaban varias plantas los pisos del medievo e incluso otros posteriores que mantenían la ciencia aprendida por generaciones. En fin, un asunto secundario que no merece más líneas.  Por mi parte andaba más interesado por encontrar una calle dedicada a José Luis Coll, o una placita, (luego me enteré de la existencia de un mirador), que discutir sobre el estado de las casas, demasiado ruinosas o convertidas en pisos turísticos las más lustrosas, según mi criterio. Seguro que el amigo de Tip tendría algún chiste al respecto, sobre colgadas y colgados.


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