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lunes, 11 de marzo de 2024

Balaam y la burra parlanchina

A estas alturas de la comedia a Balaam lo acusarían de maltratar animales. Su historia está escrita en la Biblia, ese libro de libros. En concreto en el de los Números. La de Balaam era una burra que recibía los golpes de su cayado. Balaam quería que fuese derecha por el camino y ella no hacía sino salirse del mismo. Como el amo no sabía el motivo de su tozudez, la golpeaba con más fuerza. Llegó un punto, después de recibir por tres veces el mismo castigo, que la burra se revolvió y rompió a hablar.

- ¿Por qué me pegas? ¿Te he pegado yo alguna vez?

Lejos de sorprenderse por oír la voz del asno, (asna en este caso), la amenazó con cambiar el bastón por la espada y matarla allí mismo.

He aquí que asomó un ángel del Señor y le dijo al hombre.

- ¿Por qué no haces caso a la burra? Si sigues por este sendero vas a sufrir un terrible accidente. Por tres veces te ha apartado del peligro y otras tantas has vuelto por donde no debías.

Balaam advirtió el milagro, cayó arrodillado y pidió perdón.

- He pecado. Regresaré a mi casa.

- No -, le dijo el ángel -, sigue tu ruta y completa tu misión.

Siguió Balaam el viaje hasta Moab, subió al ágora y acomodó a su burra en una cátedra.

- Escuchadla - gritó.

Se reunió la gente de la ciudad y la oyeron hablar de las cosas de Dios, y todos quedaron maravillados.

(En la Biblia el final es otro).

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