Diciembre es un mes raro, que amanece antes antes de tiempo y se marcha sin que te des cuenta. Es un suceder de comidas, cenas y reuniones. Familia, amigos, vecinos y gente disfrazada de papanoeles o pobres. Hay una iluminación exagerada y dañina al ojo, que invita a comprar si tienes dinero. Árboles, belenes, puestos de turrón y de impresoras de 3D. Proliferan abrigos y bufandas, gorras, orejeras y guantes. Los niños parecen albóndigas con patas y hay perros con jersey de lana. Un ir y venir por la calle, un sin parar al ritmo de villancicos y sorpresas de petardos. Los hay que se imaginan ricos en un par de días, que son la mayoría, pero luego no es así, o no era para tanto. Se va pensando en cuando termine, que empieza otro año, que dicen nuevo y será poco más o menos como el que se va, todo cuesta arriba, pero se imagina conquista de nuevo mundo. Dejémonos llevar por la corriente, que no se detendrá a esperarnos.
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