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sábado, 25 de octubre de 2025

La aventura del busto parlante

De las muchas y singulares anécdotas que se cuentan en el Quijote, guardo recuerdo de una que me sugestionó en la infancia, que no es otra sino la del busto parlante, que guardaba en un aposento Don Antonio Moreno, aquel que dio cobijo al manchego en la ciudad de Barcelona. Si bien es cierto que al final la Inquisición destapaba la farsa y no había sino truco en todo ello, por mucho tiempo padecí yo por las estatuas que pudieran hablarme, y de ese modo, en sueños, sufrí sus increpaciones y reprimendas, por mi comportamiento, en especial de aquellas de Semana Santa, que lo hacían en voz alta y clara. Y por eso se lo conté a mi padre, y él me dijo que si eso me pasase en la realidad y no en una pesadilla sería milagro. Por lo que, entre otras razones, decidí que era mejor no pisar una iglesia y evitar así poner en compromiso a los santos.


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