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martes, 14 de octubre de 2025

Traducciones, interpretaciones, malentendidos y misantropia

Con las traducciones de los clásicos tienes que andarte con ojo pues bien no las entiendes, porque quedaron obsoletas, o, si son nuevas, actualizan, borran y tapan lo que incomoda, y terminas leyendo otra cosa o interpretando lo que no era. Tengo la fea costumbre de leer algunos libros desde dos o tres traducciones, si se puede. Es tedioso, pero enriquecedor. Hay matices, cambios, giros insospechados. A veces dudas de si el libro original es el mismo, y el resultado adaptación o resumen. Sospechas también que te toman el pelo. Luego te sale uno que te dice que se lo lee en el original, y presume de idiomas, pero luego le rascas y también se inventa lo suyo. Toda lectura es recreación de lo escrito. No hay dos iguales. Tampoco lectores, pues cada uno pone su voz interna en la interpretación. Estamos condenados a oír nuestro eco en los recovecos de la sesera, el otro siempre incomoda y no le escuchamos. Bastante tenemos con aguantar a nuestra conciencia.


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