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sábado, 21 de junio de 2025

Aristóteles: teatro, poetas e historiadores

Decía Aristóteles que en el teatro, para ser aceptadas por verosímiles, las cosas han de suceder conforme a unas leyes propias, no necesariamente idénticas a las del mundo real, pero sí semejantes. De este modo el poeta cuenta los hechos como deberían haber sido y el historiador como en realidad fueron. El poeta generaliza y conforma un artificio. El historiador va al dato pormenorizado y anula la leyenda.

viernes, 20 de junio de 2025

¿Eran los madrileños mamelucos?

El 2 de mayo es ese cuadro de Goya que también se llama La carga de los mamelucos. Esta segunda denominación viene motivada porque en el lienzo, que representa el combate entre los madrileños y las fuerzas de ocupación francesa, aparecen unos soldados egipcios, mercenarios, al servicio de Napoleón. El asunto de esta entrada está en el dato de que en España se llamaba mamelucos a los que eran contrarios a la alianza con el francés. Es detalle que relata Antonio Alcalá Galiano en sus memorias. Desconozco quién dio nombre al cuadro y el motivo exacto, pero bien pudiera obedecer a esta segunda acepción de la palabra, haciendo de los madrileños unos mamelucos.


jueves, 19 de junio de 2025

El rapto de las gordas de Rubens

El rapto de las hijas de Leucipo, el de Rubens, era uno de los cuadros que más me distraía cuando era niño. Venía a página completa en la enciclopedia de Arte de Salvat, una versión reducida del Summa Artis, la de Pijoán. Ya lo he contado antes. Nunca comprendí con exactitud lo que allí pasaba, porque no tenía ni idea de lo que era un rapto. Tampoco sabía que se trataba de Cástor y Pólux, los hermanos gemelos de Helena de Troya y Climtemnestra; de un tropiezo que tuvo la madre, Leda, con un cisne que no era sino Zeus. Un lío. Pero es lo de menos, porque lo que a mi me llamaba más la atención era unas señoras muy gordas, en cueros, que parecían tener un serio problema para subirse a unos caballos, caracoleando uno y con cara de tonto otro, y unos señores las ayudaban, o eso creía yo. Todos parecían muy torpes. También me chocaba que aquellos tipos estuviesen tan bronceados y ellas tan blancuzcas. Estas eran las hijas de Leucipo. Luego estaba un niño con alas que se asomaba por detrás de un caballo y me miraba. Este me daba mucha envidia porque aprovechando el jaleo se habían encaramado al animal y ya le sujetaba las riendas, por lo que yo interpretaba que en cualquier momento iba a escaparse a lomos de aquel, mientras que los otros terminaban en el suelo. Luego me imaginaba que los dos galopaban muy deprisa, como en película de vaqueros, y después de un salto muy grande, volaban ayudados por las alas del pequeño. Una gran aventura, ya te digo. Algo así pasa en la que escribí en la de La isla del gigante de bronce, pero no es lo mismo, aunque también va de laberintos.

lunes, 16 de junio de 2025

Otra de las sin sombrero, que se puso boina

Las sin sombrero, es la definición que en la actualidad se utiliza para referirse a las mujeres que pertenecieron a la Generación del 27. Pero lo cierto es que lo uno no tiene nada que ver con lo otro, es una asociación arbitraría que ha tenido éxito y ya se encuentra incluso en los libros de bachillerato. Ya comenté en una entrada anterior que la propuesta parte de una anécdota que relató Maruja Mallo en una entrevista. La pintora se refería a una travesura juvenil que protagonizaron la mentada, Federico García Lorca, Salvador Dalí y Margarita Manso. Se trató de una anecdótica e intranscendente reivindicación de la homosexualidad, sin un propósito meditado, sino casual e improvisado. No obstante, la asociación que señalo ha tenido éxito y ahora se utiliza para englobar en ella a las mujeres que a finales de la década de los 20 e inicios de los 30 tuvieron cierto protagonismo en el mundo de las artes. En realidad, ellas jamás se denominaron así, sin sombrero, ni se sintieron parte de ningún grupo. Como era de esperar, por los tiempos que corren, se han señalado virtudes feministas en todas ellas. Sin embargo, si retornamos al principio y nos detenemos en Margarita Manso, una del cuarteto original que dio pie al término, descubrimos que militó en Falange. Pero antes de llegar a ese punto interesa señalar otros datos curiosos, como que fue miembro de la conocida Orden de Toledo, o modelo para su profesor de pintura, Julio Romero de Torres, o que Federico García Lorca le dedicó su romance Muerto de Amor, incluido en el Romancero Gitano. También fue retratada por su amiga Maruja Mallo. Margarita tuvo una relación sentimental que terminó en matrimonio con el pintor Alonso Ponce de León, que se encargaba de los escenarios de La Barraca. Ponce de León estaba afiliado a Falange Española y al inicio de la Guerra Civil fue asesinado por orden de la checa de Fomento o de Bellas Artes, que así se llamaba este tribunal popular formado por libertarios, en su mayoría.  Margarita huyó de España, pero en 1938 regresó y se instaló en Burgos, donde colaboró en numerosas actividades culturales con Dionisio Ridruejo, conocido falangista defensor de la obra de Antonio Machado y que acabó siendo defenestrado por el régimen. La actividad cultural de Margarita fue mermando tras su segundo matrimonio con un cebrado endocrino afín a la dictadura, Conde Gargollo. Murió con 51 años de cáncer de mama. Con ella se fueron un buen puñado de peripecias protagonizadas con sus tres compañeros sin sombrero, Lorca, Dalí y Mallo. Margarita optó por un bando, importan poco las razones con las que quieran justificarlo, pero no debe silenciarse su pasado para inventarse otro. Pero cualquiera cambia ahora la historia oficial.


domingo, 15 de junio de 2025

Las sin sombrero, cosas del tercer sexo

De un tiempo a esta parte no es raro encontrarse la referencia a las sin sombrero, queriendo señalar con esta expresión a aquellas mujeres que pertenecieron a la generación del 27. Pero poca gente sabe que detrás de tal definición estaban Lorca, Dalí, Margarita Manso y Maruja Mallo. Fue esta última la que contó la anécdota en una entrevista ya legendaria que se le hizo en TVE a inicios de los 80, (Maruja Mallo a fondo, está en YouTube), y dio origen al termino, sospecho. Tuvieron la ocurrencia los cuatro mentados de atravesar la Puerta del Sol desprovistos de sombrero y el resultado fue una lapidación por el atrevimiento, pues tal acto era una manifestación pública de homosexualidad, del tercer sexo que dijo Mallo. Para evitar las piedras y los insultos que volaban por doquier tuvieron que refugiarse en el metro.


miércoles, 11 de junio de 2025

Lo que queda del recuerdo pompeyano

Un día que visité Pompeya me vine con el recuerdo distorsionado, que es lo que sucede en todos los viajes, que vas con unas expectativas y te traes lo que menos esperabas. Es una pena, pero así es la vida, no siempre impresiona y queda en la nitidez del recuerdo lo que a uno le gustaría. En lugar de los frescos y los mosaicos, los elevados pasos de cebra y las arcadas, las termas o las domus, me traje la estampa de una inglesa muy amargada, que era la de la agencia, el guía que decía ser profesor y se cabreaba si no le atendías, unas catalanas que hacían chistes de todo, pero en castellano, un chileno que hablaba del dinero que ganan los abogados, y quería comprarse un camafeo con el rostro de Augusto, un norteamericano de Harlem muy sonriente con un ventilador de mano, una señora mayor que copiaba cupidos de una pared y conocía al guía, un perro sin dueño que no paraba de seguirnos, unos tipos que me dirigían a un autobús que no era el mío, y otros que me vendían guías de Pompeya, Nápoles o su museo. Y mil detalles de estos o semejantes que son los que cubrieron como las cenizas la ciudad y llenaron la mochila que me traje de vuelta.


martes, 10 de junio de 2025

El tamtam de Apachete

Apachete era un muñeco algo articulado que tenía por gracia tocar un tambor. Era una figura cilíndrica con cara de indio, (apache se supone), adornada con pinturas de guerra. Llevaba incorporado a la altura de las rodillas un pequeño tambor que simulaba golpear con ambas manos, sin mucho entusiasmo. Iba a pilas y al tiempo que hacía el ruido del tamtam sonaban unos cánticos guerreros provenientes de su estómago. Era uno de aquellos juguetes que no servían absolutamente para nada, salvo para verlo en acción los cinco primeros minutos. Luego era condenado a ser olvidado en una estantería. Un día que con mis padres acudimos de visita a casa de unos parientes lejanos, descubrí que tenían un Apachete sobre la mesita en la que descansaba el teléfono fijo, de aquellos con cola de los de antes.  Mientras mis familiares hablaban de sus cosas, yo dediqué la tarde a la concienzuda tarea de comprobar el funcionamiento de Apachete. Fuese porque le di mucho que hacer o que las pilas estaban secas, el caso es que aquel piel roja dio su último concierto, para mi disgusto. Tentado estuve de sustraerlo de aquella prisión y llevármelo a la casa. No sería la primera vez que robaba un juguete en casa de un primo, como también lo hacía en la de los vecinos. Pero Apachete no cabía en mi bolsillo y no podría justificarme con lo de que me lo había dejado allí dentro olvidado, mi excusa favorita, que mi madre ya conocía. Que por cierto, tenía la fea costumbre de devolver lo que me llevaba. A muy pesar mío Apachete se quedó en su balda, expuesto a los timbrazos del teléfono. Me consolé pensando que tal vez le pondrían pilas, para otro día que volviese. El caso es que no regresé a aquella casa, no recuerdo quien vivía en ella, y si lo hago es por el Apachete. Vete a saber qué primos fueron aquellos, si le darían o no otra oportunidad de cantar al manitu o lo condenaron al silencio definitivo.


domingo, 8 de junio de 2025

Lecciones de moral


 

El rey persa marcha al combate

Cuando el rey persa decidía ponerse en marcha al amanecer, el ejército era encabezado por los magos que transportaban sobre un altar el fuego sagrado y eterno. Jóvenes vestidos de púrpura les seguían, tantos como los días del año. A continuación, un carro tirado por enérgicos caballos negros y conducido por aurigas vestidos de blanco transportaba una imagen de Ormuz, el dios del cielo. Un rocín albo que representaba al sol venía tras ellos. Doce caballeros de doce pueblos distintos, diversos en su forma de vestir y armas, custodiaban el tesoro sagrado. A estos les seguían los “inmortales”, 10. 000 valerosos guerreros, vestidos de hierro y oro. Pocos pasos después acudían los nobles, familiares del rey, lujosamente vestidos. Tras ellos los “doríforos”, encargados de sostener la cola del manto del monarca. Precedían a este último, sentado en su trono, que estaba instalado sobre un carro adornado de oro, plata y piedras preciosas. A ambos lados se elevaban dos estatuas de oro, representación de los fundadores del imperio: Nino y Belo. 10. 000 lanceros custodiaban al rey. No muy atrás acudían la madre, mujeres e hijos del rey, montados en carros no menos ricos que los de aquel. Les seguían 365 concubinas, cientos de eunucos e institutrices, personal de servicios, criados y trabajadores. Tras ellos podía contemplarse el tesoro real, sobre 600 mulos y 300 camellos, defendido por docenas de arqueros. Y cerraban el cortejo miles de guerreros provenientes de todos los lugares del imperio, obedientes a los pactos y amenazas que los sujetaban a cumplir con la obligación de entrar en combate en defensa del tirano que los sometía.

Por la marcha de tanta y diversa gente, la tierra en derredor temblaba.

jueves, 5 de junio de 2025

La isla del Gigante de bronce a la vista

Un pueblo belicoso, hecho al saqueo y la rapiña, consigue noticias sobre una isla misteriosa de localización imprecisa, en el ignoto occidente, que despierta su ambición por la riqueza, pero también el deseo de aventura. Un grupo de voluntarios pone en marcha una expedición con el propósito de descubrir qué hay de verdad en el relato. La isla esconde varios secretos y muchos desafíos, a los que tendrán que hacer frente y de los que no saldrán siempre bien librados.

La isla del gigante de bronce, J.F.P.R. Tales