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domingo, 30 de noviembre de 2025

La peste porcina y el jabalí de Calidón

¿Y si eso de la peste porcina no es sino una artimaña para acabar con el bicho, que se multiplica y asoma los hocicos por las calles de barrios y pueblos a hurgar en las basuras? No me extrañaría que cuatro listos buscando soluciones dieran con la más radical, o la más natural, según se mire. Tal vez lo más sencillo y romántico hubiese sido contratar a Obélix o al mismísimo Hércules, pero eso de la caza mayor está muy mal visto, y no seré yo el que coja la escopeta para limpiar los montes, pues no tengo licencia de armas. Los antiguos micénicos presumían de cascos formados con dientes de jabalí y adornaban sus escudos con tan fiero animal. El más dañino de todos fue el de Calidón, que lo envío la diosa Artemisa en venganza por haberse olvidado de ella en una celebración; hay mujeres que nunca perdonan una ofensa. A cazarlo se presentaron Meleagro y la joven Atalanta, entre otros. No faltaron rifirrafes entre los cazadores por hacerse por la pieza y en especial cuando Atalanta hirió al cerdo y Meleagro lo remató, pues se discutió de quien era el triunfo. Meleagro cedió y dio el premio a la muchacha. Eso no impidió que la diosa en venganza se cargase al varón, por liquidar a su mascota.



viernes, 28 de noviembre de 2025

San Viernes

Un tío mío, que fue misionero en Ecuador, y con el que coincidí en un ies allá por la Prehistoria, se refería a los viernes como San Viernes, y lo soltaba a bocajarro ese último de la semana, en cuanto que pisaba el centro, en lugar de un buenos días. No era cosa que me hiciese más o menos gracia, me resultaba característico del humor de la familia, que siempre se caracterizó por lo cáustico. Recuerdo que un día pidió al Jefe de Estudios unas biblias porque no había en la biblioteca, o las que había no eran suficientes, ya no sabría decirlo. Estaba yo atento al diálogo y determiné que aquello era intolerable. Ese mismo día me pasé por una tienda de cómics y compré un par de las de José Luis Martín, el que hacía historietas de Dios en El Jueves. En connivencia con Bartolomé, que era el Jefe, lo llamamos al despacho y le adjudicamos sendos ejemplares. O no le hizo mucha gracia o lo disimulo bien. Luego me confesó en secreto que ya lo leía en la sacristía. El caso es que ese día todos los alumnos me felicitaron por mi cumpleaños, que no era, porque mi tío se encargó de decírselo aula por aula. Pero la cuestión de la entrada no era esa, sino que como él entonces, celebro yo este día santo.


lunes, 24 de noviembre de 2025

Con Franco vivíamos



 

Arriba al cielo con Federico

No hay intelectual, de aquellos del 27, y otros posteriores, que prescinda de recalcar de algún modo, él o sus allegados, que tuvo amistad o trato con Federico García Lorca, para poder ser tenido en cuenta y pasar al lado de los de la fama. Se ha convertido así el granadino en pasaporte para cursar en cualquier antología o censo, y empieza a rozar el ridículo el esfuerzo y empeño que algunos ponen en conseguirlo. Basta que en una línea de la biografía del interesado se incluya el nombre de Federico para que automáticamente, por poco o anecdótico que pudiera haber sido el trato entre uno y otro, se convierta así también en referente del mundo literario, o pieza clave a tener en cuenta del mismo. Y al final importan poco el resto de los méritos artísticos que pudiera aportar, sino que, como apóstol o compañero del maestro, ganada tenga la fama y la inmortalidad, o parte de ella, sencillamente por haber tocado sus vestiduras.


miércoles, 19 de noviembre de 2025

Hace 50 años

Cuando murió Franco yo tenía 9 años. Nos dieron unos días sin cole y vimos por la tele el entierro y la coronación del rey. Poco después nos reincorporamos a las aulas. En clase nos dieron a cada uno el último discurso de Franco y el primero de Juan Carlos. El del dictador era entusiasta y el del rey muy soso. Después vinieron unos meses muy agitados, en los que pasaron infinidad de cosas. A mi padre podía vérsele en el salón, sentado al televisor, con varios periódicos en una mano y el transistor en otra. Por entonces salieron a la venta muchas revistas de humor y las calles se llenaron de navajeros. Se pusieron de moda los bigotes poblados, las camisas por fuera y las botas camperas. Ya había programas a color y los payasos animaban las tardes de los sábados. Un globo, dos globos, tres globos. Tras una tapia se podían dar caladas a unos pitillos después de cazar una lagartija o hacer gua con la bola. En el patio el juego favorito era el balón. A las chicas se les levantaban las faldas cuando saltaban a la comba. Don Luis ponía orden con una regla y don Salvador, con un trozo de manguera, señalaba las espaldas. Ahora hay gente que te da lecciones de lo que no vio ni cató.


lunes, 17 de noviembre de 2025

Yo tuve un tío Antonio

Lo que me fascinaba de mi tío Antonio era que hacía cosas con sus manos. Tomaba sus herramientas y construía algo. Era una gran experiencia verlo trabajar con toda la seriedad y atención que ponía en la tarea, sentado en el suelo o de pie, tarareando alguna cancioncilla, con el inseparable pitillo en la boca. En ocasiones se ponía una gorra con la visera a la nuca. Así manejaba el serrucho, o golpeaba con el martillo, afilaba con la navaja de gancho o ataba con la cuerda lo que fuese preciso. Abría una zanja con la azada y aunque separaba mucho las piernas se ensuciaba de polvo las alpargatas. Hacía poda a un árbol y me explicaba por qué quitaba una rama. También sacaba punta al palodú y me enseñó que al botijo nuevo hay que echarle anisete para disimular el sabor a barro. Una vez me hizo un fuerte para los americanos de plástico, que regalaban con el tambor de Colón. También un carrillo con ruedas de níquel para bajar las cuestas a toda velocidad, levantando chispas al paso. Y algunas tardes me dibujaba algo parecido a un caballo, igual que ahora intento esbozar su silueta en el aire, cuando recorríamos el campo acompañados de la perrilla.

sábado, 15 de noviembre de 2025

El poder de las imágenes y otras supersticiones

Mi tío Antonio, en ocasiones, sacaba a relucir un episodio de su infancia, el de cuando quemaron los santos en Úbeda, que, contaba, se veía el humo alzarse sobre los tejados. Supongo que en su narración debía de referirse al momento exacto del suceso, pero no consigo recordar si mentó que fuese al proclamarse la República, durante el gobierno de ésta o al inicio de la Guerra, que para el caso poco importa, porque de lo que se trata es de que se destruyó para siempre un importante patrimonio de la ciudad. Es una pena que ya no esté para contármelo de nuevo, darme más detalles, y tenga que recurrir a esos jirones de memoria que se entrelazan con conjeturas. Después, por otros testimonios supe de la destrucción del interior de El Salvador, (el de Francisco de los Cobos), la del San Juanito de Buonarroti y el retablo de Berruguete. De este último se salvó la figura del Cristo juez, que los revolucionarios no consiguieron arrancar pese al apoyo de una grúa. El resto ardió en una hoguera, como tantos. Mi tío, que no era un hombre de letras, siempre me señaló lo absurdo de destruir imágenes, porque no hacen daño a nadie, recalcaba. Pero está claro que para el supersticioso, o ignorante, son un peligro.


viernes, 14 de noviembre de 2025

Lorca en la casa Espina

Dice la leyenda que Lorca expresó su admiración por un cuadro de María Blanchard, titulado Ninfas encadenando a Sileno, que tenía en su casa Concha Espina, aquella escritora que aspiró al Nobel durante décadas sin éxito. Federico tuvo el detalle de dedicarle a la pintora unas palabras con motivo de su fallecimiento en el 32, poco afortunadas qué ahí quedaron para los curiosos. Era la pintora jorobada, por una malformación de nacimiento y Fede se cuajó una conferencia en su honor que da grima leerla. Pero el tema era otro. Si Fede vio el cuadro en casa de la Espina y esta le propuso la necrológica es que el poeta era asiduo a la tertulia. Concha Espina fue célebre por las novelas La niña de Luzmela y La esfinge Maragata. Hoy no se la recuerda por facha, porque uno de sus hijos, Víctor, se hizo falangista, y de los primeros, de los que se juntaban en La ballena alegre a componer el himno de El cara al sol con Pepe Antonio de Rivera. Partidario del régimen nazi, también fue uno de los que llevaron a hombros el féretro de Unamuno y puso a Pepe el mote de "El ausente". Es más que probable que Vítor y Fede tomasen chocolate con churros más de una tarde en casa del primero, mirando el cuadro de Sileno; o unas copichuelas en La ballena al ritmo de banderas victoriosas. Sólo los separaban dos años para ser de la misma quinta.


martes, 11 de noviembre de 2025

El Valle y sus caídos

Esto del proyecto de resignificación del Valle de los Caídos es una de esas que no sabes por dónde cogerla. No deja de ser una remodelación, me atrevería a decir rehabilitación, de un viejo edificio que amenazaba ruina, (como le correspondía). Pero no. Hay mucha pasta en juego, mucho negocio, llámalo pelotazo. A mi se suena a esa de los políticos que hacen una obra sobre otra antigua y después ponen su placa, como si aquello fuese suyo desde el principio, véase hospitales, parques o centros de secundaria. No deja de ser curioso que el símbolo de la Dictadura vaya a convertirse en el de la Democracia, o en el del Socialismo, con apellido, Progresista. Por lo menos habrá empleo, dirá algún cínico, para la clase trabajadora de Madrid y aledaños, luego inmigrantes. Y después mucho turista, mucho, para ver cómo ha quedado todo, con merenderos para comerse el bocata de tortilla, y montaña rusa para los peques, después de visitar el museo de los horrores entre figurantes y arlequines. Todo lo convierten en parque temático, son los tiempos que corren. Lo veremos por Tictok.


lunes, 10 de noviembre de 2025

El Calpurnio que llamaron Pisón

Se llamaba Calpurnio y los de latín le apellidaron Pisón, sin tener en común más que el nomen con el de la conjura contra Nerón. Tampoco tenía nada que ver con el dibujante, aunque en ocasiones hacía monigotes en los márgenes de los manuales de clase, que en nada desmerecían a los de aquel. A Calpurnio no le molestó el mote, porque no halló ofensa alguna, sino una travesura de los compañeros de letras, siendo él de ciencias. Le cogió gusto a lo de Pisón porque le daba cierta autoridad, como que pisaba fuerte, con seguridad, o que pisoteaba a sus rivales, y no es que fuera pendenciero, pero el mote se lo fue dando. De ahí a que de un pisotón mató tres gatos fue un suspiro. Lo cierto es que remataba bien al futbol, y una vez pisó sin querer al delantero del contrario y se ganó la fama de sucio en el deporte. Desde entonces lo de Pisón se impuso y perdió el Calpurnio, por lo que si preguntáis por él no lo hagáis con éste, sino con el puesto.


domingo, 9 de noviembre de 2025

Sin novedad en el frente

El moribundo se aferra al cadáver del enemigo porque le sirve de salvavidas. Patalea para que no se hunda, pues lo harían definitivamente ambos. Ha pasado medio siglo y su esperanza está en que resucite, lo suficiente para seguir a flote.



jueves, 6 de noviembre de 2025

Café y tostadas en El Valle

Un letrero, que no era sino una fotocopia, de un tipo vestido con calzón corto y camiseta blanca, coronado por bombín, adornaba la pared y recibía al parroquiano con un dicho: “si usted es del Madrid, que dios le bendiga; y si no lo es, que Dios le perdone. Un elegante radiocasete de torre, con doble pletina, apoyado en una tarima, sonaba al ritmo de Los canarios, y muy bien, porque según el barman, Pepe, y nadie le chistaba, las cintas magnéticas no se rayaban como los cedés; y nunca estimó necesario cambiar al lector laser. La barra era larga, de punta a punta, de lo que fue nave industrial y hoy biblioteca. Cafés y tostadas, vasos, tazas, platillos y cucharillas, monedas de papel y níquel, se deslizaban por su superficie de mármol, esquivando codos y manos. El aula convertida en cafetería se llenaba de estudiantes y de ruido, a la hora de los recreos; y antes, o después, de estos se escuchaba a Gaspar al otro lado del muro, dando brochazos gruesos de voz, sobre un cuadro fugaz y aéreo. En los huecos absurdos y guardias distraídas se formaban, en aquella improvisada ágora, juntas y debates, sencillas tertulias, de anécdotas y libros, sucesos o novedades, planes e inspectores. No queda película de aquello, porque no resultaba importante; nos conformaremos con la niebla que deja el recuerdo, de un gesto o un dicho, cada vez que nos llevemos un café a los labios, en cualquier otra parte.


miércoles, 5 de noviembre de 2025

Un musulmán en la corte de Manhattan

Un tipo que presume de musulmán no puede ser muy progresista, sino más bien conservador. Si a esto añadimos el apelativo "socialista" para la ciudad que es por excelencia la materialización del capitalismo, podemos llegar a la conclusión de que nada es lo que parece. No veo a Gadafi por Manhattan, sino en alguna performance. Yo tuve un conocido yankee que me confesó que en EEUU, demócratas o republicanos, todos, eran de derechas. Yo creo que las derechas transitan por senderos extraños, pero también es verdad que eso vienen haciéndolo las izquierdas, como mirando a otro lado, desde hace algún tiempo. Vivimos tiempos de fumarolas.



martes, 4 de noviembre de 2025

El libro perdido por prestado te deja fastidiado

Viene a ser un fastidio ponerte a buscar ese libro que recuerdas y no encuentras, y ahora echas en falta, por curiosidad o necesidad, y resulta que prestaste o regalaste en un arrebato, esa falta de lucidez y previsión, y ahora te arrepientes de ambas decisiones, fuese la que fuese, porque sabes que ya no lo vas a recuperar, y para colmo era una rareza, imposible de adquirir, porque hay piedras con las que tropiezas una sola vez en la vida, y sabes que la solución está en coger al agraciado por las solapas, amedrentarlo, zarandearlo y exigirle la devolución del grimorio. El problema es que no encuentras la ocasión ni el lugar adecuado, donde armar un gran escándalo, para reclamar lo que te pertenece. El libro era de Saki, y este, maldición, se parece a uno de sus relatos.


domingo, 2 de noviembre de 2025

Libros de atrezo

En webs de libros de segunda mano venden lotes para decorar o de atrezo. No es broma, con esas mismas palabras los despachan. De Hemingway a Faulkner, Pearl S. Buck o Herman Hesse, Kipling y Camus, Shólojov - Francois Mauriac, entre otros, son tacos que cubren un espacio en las baldas. Con este panorama ha de admitirse la degradación de la literatura, convertida en mercancía primero y en adorno después. Al menos, como consuelo, estos autores dan prestigio a la biblioteca de cara a las visitas o la foto de Zenda, se lean o no, que para eso están los planeta, que giran alrededor del sol que más calienta.