Seguidores

viernes, 14 de noviembre de 2025

Lorca en la casa Espina

Dice la leyenda que Lorca expresó su admiración por un cuadro de María Blanchard, titulado Ninfas encadenando a Sileno, que tenía en su casa Concha Espina, aquella escritora que aspiró al Nobel durante décadas sin éxito. Federico tuvo el detalle de dedicarle a la pintora unas palabras con motivo de su fallecimiento en el 32, poco afortunadas qué ahí quedaron para los curiosos. Era la pintora jorobada, por una malformación de nacimiento y Fede se cuajó una conferencia en su honor que da grima leerla. Pero el tema era otro. Si Fede vio el cuadro en casa de la Espina y esta le propuso la necrológica es que el poeta era asiduo a la tertulia. Concha Espina fue célebre por las novelas La niña de Luzmela y La esfinge Maragata. Hoy no se la recuerda por facha, porque uno de sus hijos, Víctor, se hizo falangista, y de los primeros, de los que se juntaban en La ballena alegre a componer el himno de El cara al sol con Pepe Antonio de Rivera. Partidario del régimen nazi, también fue uno de los que llevaron a hombros el féretro de Unamuno y puso a Pepe el mote de "El ausente". Es más que probable que Vítor y Fede tomasen chocolate con churros más de una tarde en casa del primero, mirando el cuadro de Sileno; o unas copichuelas en La ballena al ritmo de banderas victoriosas. Sólo los separaban dos años para ser de la misma quinta.


No hay comentarios: