Desde mi más tierna infancia, siempre que tomo el metro en Barcelona deseo ver a un perrillo desbocarse, y me imagino uno muy pequeño con la lengua fuera tirando de la correa de su amo. Reconozco que la estampa tiene algo de tebeo. Pero nada, no he tenido nunca esa suerte, no sé para qué ponen tanto anuncio si no pasa ni uno.
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