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martes, 24 de junio de 2025

Por san Juan

Lo bueno de llamarse Juan es que a uno lo felicitan el día de éste. Esto de los santos es una costumbre muy pagana, como lo de la Macarena, que conviene que se mantenga para recordarnos que en un pasado no muy lejano nuestros antepasados creían en las ocultas fuerzas de la naturaleza y ahora en la suerte o la lotería primitiva, y todavía en el comunismo libertario. Decía Lorca que un mundo sin religión podía resultar muy aburrido, y se recorría con Morla Lynch todas las procesiones de España. Yo recibo con satisfacción las frases cargadas de buenas vibraciones de un día como es este. En realidad mi santo es san Juan de la Cruz, por ser este patrón de Úbeda, pueblo originario de mi casta, pero acepto la onomástica del evangelista porque de la del otro no se acuerda nadie. Digo evangelista pero no se sabe si fue este u otro Juan el que escribió el último de los tres, que no es sinóptico ni nada sino gnóstico. El caso es que se le representaba acompañado de un águila, como al mismo Zeus, y quizás por eso he adoptado un pollo que me encontré el otro día, que estaba a expensas de ser devorado por cualquier gato hambriento. Igual no sale aguilucho sino palomo, o mirlo. Me conformo con que sea grajo, para hacer lo del chiste en noviembre. El asunto es que felicidades a todos los tocayos.


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