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jueves, 5 de junio de 2025

Comiqueros y otros fanzines

En los años de los fanzines y revistillas alternativas, hablemos de finales de los ochenta, muchos eran los que se embarcaban en esta aventura. Entre todos ellos hubo gente con más o menos fortuna, acierto y desenvoltura, pero también sujetos singulares que parecían surgidos de otro planeta. Recuerdo el caso de aquel colega que apareció un día por el taller del comic de la casa de la juventud de Córdoba, que era un espacio que el Ayuntamiento habilitó a los comiqueros de la localidad y nos permitió a muchos hacer nuestros pinitos y considerarnos personajes de importancia. Ya no recuerdo su nombre, pero sí que nos lo presentó otro de los que eran habituales allí, que lo había conocido por un anuncio en la prensa local. Era un joven que trabajaba en el matadero, sencillo y con grandes ambiciones. Este fichaje tenía en mente un gran proyecto que podía venderse muy bien, según su criterio, porque decía que él había vendido muchas papeletas de lotería por los domicilios y sabía lo que interesaba a la gente. El caso es que para ponerlo en práctica buscaba dibujantes, pues solo contaba con una amiga, que era la que le acompañaba aquel día. En principio aquello no sonaba nada mal, el problema surgió cuando al plantearnos el modo de trabajo nos señaló que con papel de calca se podrían hacer muchas copias de cada página. Tal declaración nos dejó a cuadros, quizás debería decir viñetas. Llegamos a la conclusión de que aquel empresario no conocía el invento de la imprenta, sino el trabajo manual en serie. Su novedoso negocio consistía en reproducir tebeos de Wald Disney con el sistema que queda dicho. Intentamos abrirle los ojos, hablarle del milagro de la reprografía y de los derechos de autor, pero sin éxito. Por más que intentamos explicarle cómo era la industria del comic, él se negaba a bajarse del burro. Hasta el punto de que se terminó mosqueando con nosotros, y su amiga también, que tenía fe ciega en él, y se largaron. No volvimos a verlos. El caso es que con el paso de los años recurro a aquel recuerdo y, mirándolo con perspectiva, pienso que, en el fondo, también nosotros teníamos la cabeza llena de pájaros.


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