Es don Pío autor de numerosas novelas sabrosas, singulares y folletinescas. En todas se descubre un fino sentido del humor. No entiendo la causa de que en el bachillerato se haga leer El árbol de la ciencia si no es con intención de convertir al autor en un amargado de la vida. Alguno de los del veintisiete, de los que ganaron la guerra, debía de tenerle tirria cuando lo impuso en los planes de estudio bajo la sombra de ese drama. Desde aquello la cosa no ha cambiado nada. Va siendo hora de reconsiderarlo. Creo que tiene títulos más interesantes para la gente joven. Las noches del Buen Retiro, por ejemplo, es uno muy entretenido. Hay una galería de personajes nada despreciable, que dan por separado para varias novelas más. Situaciones pintorescas, muy decimonónicas, que no desvían el interés sino que lo acrecientan. Romántica, con su tragedia a lo Larra. Es una novela que, en fin, rompe un poco con su imagen acartonada y lo convierte en un tipo que volaba alto, o que miraba lejos. Pero que tiene muchas más en esa línea. Por eso lo cuento y hasta aquí te traigo.
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