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lunes, 12 de marzo de 2007

Dolce & Gabbana, censura y feminismo.

En esta vida cada cual se gana la vida como buenamente puede. Las personas que trabajan en el Observatorio de la Imagen del Instituto de la Mujer han de justificar de algún modo el sueldazo que cobran de la Administración, pública. Aprovechando la última campaña publicitaria de la firma de moda italiana Dolce & Gabbana, se han subido al carro y han hecho el ruido necesario para hacernos creer que la suya es una labor trascendental en un Estado de derecho. A los italianos les han hecho un favor, no hay mejor publicidad que la proporcionada por un escándalo, y lo más probable es que éstos andasen buscándolo hace tiempo, pues no es la primera vez. Y las/los responsables de la acusación, tan contentas/os de haber señalado a una conocida empresa internacional que les va proporcionar la fama mundial que se merecen por lo importante de su cometido. Aquí hay un interés recíproco.

La polémica surge con la fotito en cuestión. Desde el Observatorio, (deben de observarnos desde la Luna), se aprecia que la fotografía en cuestión incita a la violencia sexista y puede dar a entender que es admisible la utilización de la fuerza como un medio de imponerse sobre las mujeres.

Me parece sorprendente la lectura que puede hacerse de tal imagen. Yo por más que la miro no experimento sensación alguna que me invite a la violencia de género, ni me da a entender que haya que imponerse por la fuerza a las mujeres. A mi personalmente me transmite un mensaje inequivocamente gay, como todo lo que hacen estos modistos. No creo que los tipos de la foto tengan intención de despeinarse siquiera.

En cualquier caso lo que está aquí en juego es la libertad de expresión en las artes. Me temo que hay mucha opusina disfrazada de feminista. Cualquier día reparan en el título de alguno de los grabados de Picasso y le cierran el museo.

Todo esto me recuerda a aquella anécdota del museo arqueológico de Sevilla donde, en plena posguerra, para evitar que las adolescentes se ruborizaran al contemplar la desnudez de las bellas estatuas romanas de Itálica, un religioso tuvo el detalle de serrarle el pene de marmol a los emperadores y dioses, para a continuación envolverlos cuidadosamente con su correspondiente etiquetado y guardarlos en una caja del almacén, (¿bajo siete llaves?).

Parece que nunca vamos a poder librarnos de estos ángeles de la guarda.
"¿Es que ha visto usted algún censor que no sea tonto?", Francisco Franco. (Hasta éste se dio cuenta. Tiene miga la cosa).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen artículo, Juan Pérez. Pienso igualico que tú. Estas cositas del mundo tan correctito al que nos invitan a vivir mientras la mierda se pudre en las cloacas de lo que verdaderamente importa, me toca mucho la moral. Y la polla.

El Juan Pérez dijo...

Buff, he visto un mensaje y me he asustao, creía que era una feminaca del observatorio.

Gracias, nene, lo digo como lo siento. A este paso no vamos a poder ni mear en círculo.

Anónimo dijo...

Que verde estás, asustarte por eso...