No son fascistas, son protestantes, en sus múltiples acepciones. Hay que llamar a las cosas por su nombre. Es gente que se aprende de memoria la Biblia, una de tantas, y quiere crear una sociedad basada en los valores que teóricamente aquella defiende. Son integristas, aunque visten chaqueta y calzan deportivos para jugar al golf. En el pasado identificaron extensos territorios de América con la tierra prometida y allí corrieron a establecerse, a tiros si era necesario. Están convencidos del retorno de Jesús y sus discípulos al final de los tiempos, que están cerca y no hay por qué retrasar; por eso, para tan señalado día, reservan habitaciones para aquellos en los hoteles más distinguido de Utah. Ese celo con la doctrina no les ha impedido identificarse con el liberalismo, pero sólo en su vertiente económica. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, o que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, (sin vagas interpretaciones católicas). De ahí su vivo interés por hacer dinero, porque el rico está predestinado, tiene asiento en primera fila y pasará por el ojo de la aguja el día del juicio. Para el que no quiera hacerse rico, (que no entienden que no pueda), hay sitio en el infierno, sin salir del planeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario