Le he puesto el nombre de Negra porque es negra como la noche que invita al sueño o la mancha de tinta china sobre el papel blanco, que era el terror de todo aprendiz de dibujante, sobre todo cuando estabas terminando de entintar el original y sobrevenía la catástrofe.
Empecé a notar
su presencia hace algunos años, de manera esporádica, y lo consideré un relámpago
de oscuridad sin la mayor importancia, un efecto producido por el cansancio o
el vuelo errático de un moscardón. Entonces era como un pájaro negro que
aleteaba a mi alrededor como si fuese a evitarme. (Recuerdo que hice una visita
al oftalmólogo por tal motivo, pero tras un examen minucioso de las pupilas no
le pareció signo de nada grave, sino algo extraño).
Sin embargo, si
antes fugaces, ahora van siendo más frecuentes sus visitas y algo más
prolongadas, no son, como antaño, flases, sino que duran varios segundos, tal
vez minutos. Lo cual me ha permitido poder observarla y atreverme a hacer una
descripción de su aspecto, que se va enriqueciendo en detalles con cada uno de
los nuevos encuentros. Podría hacer incluso un retrato con la información que
voy reuniendo.
La Negra es una
figura romboidal, o algo parecido a una larga capa con capucha que flota a unos
40 cm del suelo, aunque no mide más de un metro y medio, no es alta. Es muy
negra, espesa en su oscuridad. Da la sensación de que es una ventana a un
universo sin estrellas, vacío pero inmenso. He dicho que parece vestir una capa,
pero sería más acertado referirme a su indumentaria como el de un traje de novia,
porque su contorno resulta vaporoso, igual que si llevase un velo puesto.
Cuando aparece
no me asusto, me limito a contemplarla hasta que desaparece, que lo hace
siempre de golpe. En esos instantes mi mente me dice que la Negra es fruto de
mi imaginación y que realmente no existe. Lo interpreto como un fallo de sistema
interno, (buscando una similitud con el mundo de la tecnología que nos rodea),
que me impide ver e interpretar la realidad que tengo delante de los ojos y esta
se convierte en una mancha.
La Negra se
hace la encontradiza cuando estoy solo en casa, o cuando es la hora de ir a
dormir. Ni me molesta, ni me incomoda. No sé si me observa o está esperando
algo de mí. De un tiempo a esta parte acaricio la idea de alargar una mano e
intentar palparla, pero temo que esté demasiado fría.
He llegado a la
conclusión de que antes o después podré identificar sus rasgos. Cuando pierda
la vergüenza dará la cara. Mientras llega o no ese momento, dejo estas letras
por escrito para que podáis actuar en consecuencia si advertís en un futuro que
hace días que no me veis. Especialmente si después de leerlas, sin motivo
aparente, vuestra pantalla se apaga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario