Pepito era un niño muy cabezota que se empeñó aquella tarde en tomarse una cocacola con la denodada oposición de su madre. Y no hizo caso y se la tomó enterita. Entonces todo el gas se le subió a la head y salió volando hasta la estratosfera mientras su mama lo llamaba a grandes voces. Pero no sirvió de nada pues Pepiño no bajó hasta que lo bajaron a tiros unos cazadores de codornices que había por allí cerca. Le sacaron las tripas, lo llenaron de plumas y se lo dieron a su madre diciéndole: ya verá usted como no se escapa más. Y así fue, ya no se marcha de su lado aunque la cocacola sea con cafeína.
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