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sábado, 2 de septiembre de 2023

La entrevista a Hugo Pratt

 El amigo Galadí era un personaje muy activo en aquellos años de las Jornadas del Cómic, me refiero a las de Córdoba, naturalmente. No era extraño verlo moverse con aquella inquietud que le caracterizaba, ese cuerpo de Anacleto o Lupin japonés, y tratar con las grandes figuras que visitaron la ciudad por el motivo descrito sin reparo ni respeto. De las muchas andanzas que contarse puedan de tan singular sujeto de la geografía cordobesa, etapa Anguita y Trigo, me quedo sin duda con la de la entrevista a Hugo Pratt, que supuestamente hizo al maestro aprovechado una de sus visitas al taurino. De tal interviú me habló mucho, pero nunca tuvo la delicadeza de pasarme una copia, cosa que lejos de molestarme, avivó mi curiosidad y la sospecha de que era tan apócrifa como sus clases de violín, pese a la funda del instrumento que descansaba en su cama. Con el tiempo, aquella misteriosa audiencia se materializó en la revista Boronía, que era una muy moderna que se editaba en la ciudad y recogía las noticias culturetas más singulares de la movida del califato. Acompañado de algún que otro boceto del veneciano, de esos que Hugo hacía refunfuñando sobre la marcha y no firmaba para espantar seguidores, se presentaba el diálogo entre ambos que, lejos de ser novedoso, dejaba constancia de todo lo que ya sabíamos por otras fuentes. Lo singular de tal estampa es el hecho de que me confesó que en aquellas columnas impresas no estaba todo lo que hablaron, sino sólo parte y el resto se lo guardaba, sin especificar la razón y el propósito, para otros menesteres. Y eso me hizo barruntar, llevo haciéndolo desde entonces - que muchas veces he perdido el sueño, he de reconocer – si le confesó algún secreto sobre puertas mágicas o pasadizos a otras Venecias, secretos masónicos, tesoros escondidos, un pasado fascista o una nueva aventura de Corto. Quizás, sencillamente, a costa de robarle romanticismo al suceso, acariciaba en realidad la idea en de convertirse en un Petitfaux andando el tiempo, para sorprendernos con el esclarecimiento de algún punto oscuro en la biografía del maestro.

Desconozco si existe o no el original, escrito o en cinta magnetofónica. Es probable que ante el quite responda que lo perdió en el almacén donde se acumulan torres de el Dos Veces Breve, o sugiera que se lo robó un desaprensivo como Alcaide, hasta es posible que recurra al socorrido incendio o a la no menos fantástica aparición de extraterrestres para justificar su ausencia. Pero me inclino por la primera intuición que tuve y si no es así que aporte la prueba del delito. 


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