Flacco gobernaba en Alejandría cuando Calígula se convirtió en césar de Roma.
Por aquel entonces en la ciudad vivía Carabas, un loco pacífico que se mostraba desnudo en las calles hiciese frío o calor, día y noche; y al que los niños y holgazanes zaherían con burlas y golpes.
He aquí que un día la multitud a empujones lo llevó hasta el gimnasio. Allí lo pusieron sobre un estrado para que todos lo viesen. Le colocaron una hoja de papiro a modo de corona en la cabeza y un viejo tapiz sobre los hombros como si fuese una clámide. Por cetro le dieron una caña que encontraron tirada en el suelo. Entonces los jóvenes le rodearon simulando ser sus sirvientes y guardianes. La gente comenzó a arremolinarse en torno suyo reclamándole justicia o hablándole de asuntos públicos. Pasaron las horas y no dejaron de reírse de él.
Entonces alguien gritó “marin”, que era el nombre con el que se designaba a los soberanos de Siria, y todo el mundo interpretó que se refería a Herodes, el rey de los judíos.
1 comentario:
Curiosas historias las que va dejando desparramadas la humanidad (lo de "humanidad" es un decir).
Saludos, errece
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