Era Coroliano patricio romano. Un día se enemistó con el tribuno de la plebe y fue condenado al destierro. En venganza juró regresar con un ejército a la ciudad y arrasarla. Se pasó al bando de los volscos, enemigos incondicionales de la República romana, y avanzó contra sus murallas sin que legión alguna pudiera detenerle. Cuando preparaba el asalto definitivo, asomó su madre a la puerta de Roma y llevándolo a parte le dijo tres o cuatro cosas. Coriolano, arrepentido, mando levantar el sitio y retirarse. Los volscos no se lo perdonaron y le hicieron pagar con la vida el incumplimiento de lo pactado. Así lo cuenta Plutarco y lo interpreta Shakespeare.
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