Éste era un monstruo que salía del tazón cuando el desayuno se hacía muy, muy largo y pesado. Tú lo observabas y advertías que cambiaba de forma, y se agitaba en la leche. De repente comenzaba a gritar y venga a gritar, y cada vez más alto: "come, come de una vez que hoy llegamos tarde al cole". Entonces el monstruo desaparecía y descubrías a tu madre encabronada. Tanto que asustaba a cualquiera, incluso al monstruo.
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