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jueves, 19 de marzo de 2009

El espía que surgió del frío.


Era la Guerra Fría cuando el espía husmeaba en Berlín, a este u oeste lado del comunismo. En tales circunstancias era reglamentario un abrigo de lana con forro de piel de foca siberiana. Los cohetes apuntaban a todas partes y ningún sitio era apto para echar una siestecita. Nuestro héroe buscaba los planos y la policía secreta le pisaba los talones. Si no se andaba con ojo podía tropezar y sufrir un accidente. En éstas que un buen día vino un invierno nuclear y todo quedó congelado en el tiempo, como las sombras de Hirosima.

2 comentarios:

Manuel Amaro dijo...

Pérez, no probaste el sushi!!!!

Juanfran dijo...

Manuel, esto no es serio. El Juampe hablando de espías, bombas nucleares, fríos que te dejan helao... Y ahora sales con lo del sushi...