Y es que es así. La next generation parece ahora más cutre que la antigua. La primera tenía su puntillo de pijama en plan cómodo y fondón, y como que te resulta de casa, familiar. La segunda es más incómoda, como los pantalones que te ponía tu madre para ir a la comunión de un primo del que no recuerdas el nombre, de esos que picaban tanto y que luego te conjuntaban en Semana Santa con una camisa que picaba más aún. Pues eso mismo.
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