Valdez era conspirador absolutista en la Francia napoleónica. Se hacía pasar por vendedor de vino tinto de ese que tanto gusta a los gabachos y vigilaba de extranjis a los reyes de España, prisioneros del tirano. No se marchaba a España a informar a la Santa Junta porque allí andaban jugando a la revolución sin decirlo. Ya volvería con el Deseado y pondrían las cosas en su sitio. Que allí en Francia las cosas pintaban mal a Napo desde que pisó Moscú y olvidó llevarse la bufanda. Claro que el de Méntrida se vendía bien y ya andaba pensando en poner una bodega. "Que esta guerra duré un poco más", soñaba.
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