En estos días de crisis económica, son muchos los que han tirado la casa por la ventana con tal de celebrar las fiestas como si fuese la última vez, tan mal ven el futuro, y se han quedado en la calle sin tan siquiera un gorrito de Papá Noel que ponerse en la cabeza. Una pena porque después del desmadre alguna no tiene siquiera donde refugiarse de los fríos invernales. Eso es lo que le ha pasado a Pili, vecina de la Herradura. Pero, bueno, ¿quién sabe?, igual en estos días de buena voluntad hay alguien que la acoge en casa, le facilita un camastro y le sirve unos polvorones.
Seguro que sí.
3 comentarios:
Es cierto, Juan. La otra noche había cuatro o cinco igual que la Pili por La Herradura, y debían de pasar frio, porque al poco rato de salir a la calle ya tenían el pecho cogido.
Y capaz fuiste de dejarlas en la calle sin darles abrigo. Señor, señor, en este mundo no hay corazón.
Da gusto entrar en tu blog.
Publicar un comentario