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miércoles, 11 de mayo de 2022

Siles

José Siles, que era catedrático de Literatura en el Gabriel Cisneros, sito en la capital del reino, envió en cierta ocasión un adoquín, recogido de una barricada arruinada, a un concurso poético de esos que llaman florales.

- Ahí  va - escribió en una tarjeta de presentación -, el primer canto de mi poema. Si gusta, les facilitaré el resto.

El resultado es que se lo devolvieron, al mes más o menos, envuelto en papel de color rosado y atado con cinta morada, y adornado con una placa argéntea de estaño donde podía leerse en letras góticas: "Primer Premio".

Lo arrojó por la ventana en un pronto que tuvo y acertó a un guardia en el cogote. Terminó en presidio por revolucionario, a pico y pala en la cantera, componiendo versos de los que acostumbraba para certámenes.


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