Candy llevaba la voz cantante en el club a eso de las dos de la madrugada. No asomaba la nariz por allí hasta esa hora. Era en ese momento cuando aquel cuchitril estaba más lleno. Una noche se presentó un importante gángster y la convirtió en su chica. Ella no estaba dispuesta a dejar su carrera por un delincuente. Al día siguiente, el chelo y el trompetista aparecieron flotando río abajo. A Candy no se la volvió a oír cantar. En realidad no se la volvió a ver por ninguna parte.
2 comentarios:
La solista parece dibujada con un nuevo estilo, qué curioso.
Sugerente, no estaría mal un recopilatorio de estos microrrelatos ilustrados
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