Bob jamás de los jamases había pisado una sala de arte. Es más, era algo que nunca antes había pensado hacer. Pero aquel día lo hizo, quizás porque a la entrada le ofrecieron un plato de dátiles con becon. La suya no fue una visita hecha con mucho entusiasmo. El caso es que se detuvo frente a un cuadro y así, inmóvil, permaneció el resto de la tarde hasta que se apagaron las luces. Nadie pareció percatarse de su estado, petrificado en el espacio y el tiempo. Se ven tantas cosas en estas muestras de arte moderno.
Vino un día y otro día, una semana y otra, hasta que pasaron un par de meses, y entonces se desmontó la exposición. Lo subieron todo a un camión y se lo llevaron a otra ciudad.
¿Bob? Sigue igual. A lo mejor espera otro pincho. ¿Tortilla?
1 comentario:
Muy bueno Juan Perez, si me ofrecen unos dátiles con bacon entro donde sea. Saludos desde La Condena de Sísifo
Publicar un comentario