Decía ver a la Virgen. Pero en las florestas de Doñana perdía la razón en cuantico el Sol se ponía por el horizonte. Mucho salero, mucha gracia, mucho arte con las palmas y los tacones... ¡y con el hierro! Las navajas eran parte de sus manos y genio. Genio y figura. Tenía duende con las hojas. Afeitaba a los romeros sin que bajarse pudieran del caballo. A más de una niña rajó el traje de volantes. Una noche se durmió a la vera del camino, borracho de sangre y luna, y lo aplastaron las ruedas de los carros tirados por tractores disfrazados de jardineras.
1 comentario:
Jeje tiene aires de Lorca, pero mucho más pícaro.
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