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martes, 21 de marzo de 2023

Anarcoma en el Potro

En el zaguán de la Posada del Potro, hablo de Córdoba, pusieron una imagen de Anarcoma, por lo de las jornadas del cómic, del mismo autor de la muestra que coincidió con éstas, José Pérez Ocaña. Un sin fin de cuadros y monigotes de feria, angelotes y vírgenes, del artista sevillano afincado en Barcelona, fallecido hacía apenas un año, poblaron los rincones de la posada, a modo de estampa religiosa, y dieron color e hicieron compañía a las páginas de los tebeos que se colgaron en las paredes del patio, entre tiesto y tiesto.

La popular heroína de El Víbora, agente secreto, vestida de tacones altos y medias negras con ligueros, mostraba sus encantos y guiñaba un ojo a los visitantes. A la figura del personaje de Nazario no le faltaba un detalle y muchos, también señoras, fueron los que, con intención de entrar a la exposición, al tropezar con su pudendo, recularon y se marcharon por donde habían venido, muy escandalizados.

Pero para los incondicionales del comic el asunto del pene de Anarcoma carecía de importancia, esa era la realidad. Por aquel entonces el que despertaba admiración y, probablemente, desataba pasiones era el de Den, el personaje de Richard Corben, que se publicaba en el 1984 de Toutain, y no estuvo físicamente presente, pero sí en la mente de todos, porque en los saltos de aquel calvo musculoso había algo infantil de conquistar el mundo en pelotas o cosa por el estilo, (que lo expliquen los psicólogos).

El caso es que apareció Nazario, que se había subido sin billete al tren, despertando la preocupación de Miguel Cosano, que era el que estaba al cargo de todo y no se imaginaba el éxito de público que aquellas jornadas iban a reunir en aquel emblemático lugar. También acudió Gallardo, que entonces sólo era la mitad de Makoki, y Carlos Giménez como para darle más seriedad a la mesa redonda. En una de las aglomeraciones, que el Potro se quedó pequeño, le dieron un empujón a un angelote de Ocaña y se hizo pedazos.

Gracias a la televisión y a los videoaficionados de entonces, de aquellas jornadas comiqueras, las primeras, queda un bonito recuerdo. 

 

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