Holofernes sitiaba la ciudad de la bella Judith. Para librar a su pueblo del acoso del ejército babilónico, la joven judía se presentó ante el sátrapa como lo hacen las cortesanas. Después de una noche de excesos, aprovechando que el asirio dormía la borrachera, la mujer le arrebató su espada y le cortó la cabeza. Cuando se corrió la voz de la muerte de su general, los soldados huyeron en desorden y los judíos los persiguieron hasta darles muerte.
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