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miércoles, 10 de septiembre de 2008

David-Orfeo

En las postrimerías del Imperio Romano, Orfeo, el poeta que encantaba a las bestias con su música y fascinó a los dioses del Hades, fue identificado por los cristianos con el rey David.
David calmaba a Saúl con el son de su cítara tal y como se nos cuenta en la Biblia, libro de Samuel. Ambos personajes, el rey y el músico tracio, dotaban a sus melodías de un carácter terapéutico. Cuando los cristianos quisieron representar al rey judío, lo hicieron recurriendo a las imágenes que de Orfeo existían.
Por esa causa nos encontramos en ocasiones maravillas gráficas como esta miniatura del Salterio de la Biblioteca Nacional de París, factura del siglo X. Aquí el protagonista es el rey David pero pintado tal y como si se tratase de Orfeo: el arpa en las manos y los animales a su alrededor, y otros elementos paganos apreciables a simple vista. En modo alguno una estética judeo-cristiana.

A Orfeo también lo equipararon con Moisés. Moisés, principal sabio judío, frente a Orfeo, padre de la filosofía y religión grecorromana.

Y con Jesús de Nazaret. Pero para disertar sobre eso deberíamos abrir otra entrada. Quizás otro día.

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