El jaleo que ha montado la Pombo con lo que ha dicho de los libros, que no te hacen mejor ni más guapo, y todo eso. Esa misma gracia la hice yo hace años y pasó sin pena ni gloria, (el/la que tenga ganas de comprobarlo que bucee en el face o visite mi blog). Es coincidencia, no pretendo atribuirme lo que pertenece al común. Todos tenemos cabeza y podemos llegar al mismo destino, llámese conclusión. El asunto, por lo de la fama, está en tener o no un megáfono potente, u otra virtud. Al caso me viene el recuerdo de un amigo de apellido Abad, que era muy popular en clase haciendo chistes de todo. En ocasiones, cualquiera contaba uno y no se reía ni Dios, pero llegaba Abad, lo repetía y la hilaridad crecía como la ola entre las bancadas del aula. Lo bueno de la Pombo es que no deja indiferente, aunque no diga nada.
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